Envidia. Muchísima envidia.
Querida Esperanza Aguirre, estás que te subes por las paredes y te imagino en casa (en trance) creyéndote que eres alcaldesa de Madrid, mientras tu pobre perro Pecas está escondido en una esquina lamentando lo zumbada que está su dueña.
Qué ansias de poder cariño. Llevas toda la vida viviendo de lo público, para después desmantelarlo y regalárselo a tus amigos. Hacer negocios, que se llama. Rodeándote de lo peorcito, corruptos, puteros y ladrones. Eso sí, tú, responsabilidad ninguna. Tú eres un alma caritativa que pasaba por allí haciendo el bien a todos los madrileños mientras desguazaban todo lo público y corría el dinero y lo que no es el dinero.
Todo por el poder. Ese que tanto envidias a Manuela. A la que jamás llegarás ni a la suela del zapato. Sigue pataleando enrabietada, no sabes cómo estamos disfrutando algunos con ello.
Scarlett.
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